ENTREVISTA CON OLGA SOTOMAYOR, FUNDADORA DE OLGA CARTONERA

 Por Flavia Krauss y Victoria Ramírez Llera. Septiembre, 2022




cóCuéntanos cómo nace la editorial.

Por un ejercicio de ego, yo me quería publicar a mí, y yo ya escribía, escribía hace tiempo, desde que tengo doce años que escribía, el año 2011 había tomado muchos talleres de encuadernación y en 2008, 2009, por ahí, había pasado algún libro de Eloísa Cartonera por mis manos, entonces en algún momento de las vacaciones de 2012 se me ocurrió cruzar todos estos saberes y me acordé de los libros cartoneros, y entonces dije “ah, si antes hacía libretas, pero ahora les pongo texto, pasan de libreta o de cuaderno a libro”, y ahí me acordé de ese libro cartonero que había tenido en mis manos, busqué, encontré a Eloísa y ahí me creé el nombre virtual. Me di cuenta de que las editoriales cartoneras tenían nombres femeninos, entonces yo no me compliqué la existencia y le puse mi nombre de pila con el apellido Cartonera: Olga Cartonera; entonces ahí creé la vía virtual: un Twitter, un Facebook, correo electrónico, el blog; contacté a las editoriales cartoneras amigas, las linkeé, y ahí tuve un año de vida virtual, para el 2013 recién empezar con el primer libro, que era mío, de mi autoría, era un proyecto, pensé que era lo único que iba a hacer, pero después me puse a jugar con los textos de otro amigo, después con los textos de un primo de ese amigo, después me llegaron textos de afuera y de ahí la editorial se me escapó de las manos. A la fecha han pasado diez años y tengo algo más de 30 libros publicados.

2.    Recuerdas el momento en que se te escapa de las manos…

Lo veía como editorial, pero la veía como un hobbie, como un entretenimiento, todavía sin conocer mucho el oficio editorial, era para pasarlo bien porque me entretenía pintando, me entretenía haciendo, me entretenía juntándome con gente… Yo creo que como en el título cinco o seis, cuando me llegaron títulos de afuera, del exterior, que eso fue con Otras balas, de Matías Cravero, habían pasado ya como 2 años, en 2014, ahí fue como “ohhh, alguien de afuera quiere que yo lo publique”. Cuando otra persona me pedía, “te regalo mi libro para que lo publiques” y yo como “ah, ya”.

 

3.    Con el reconocimiento del otro…

Claro, porque los otros dos, que yo jugué con La mala poesía de Saito, que es un conocido mío, él escribía ciencia ficción y tenía un blog donde tenía esta poesía, y a mí me gustó y le dije “ay, déjame jugar”. Encontré entretenido jugar con los textos y armamos el libro, hicimos presentación, quedó bonito y todo y después con el primo de él, que también tenía otros poemas, también “déjame jugar”, pero siempre para mí era un juego, una entretención. Cuando un otro, y más encima extranjero, me dice: “oye, quiero publicar contigo”, y yo: “bueno, ya”, seguía siendo un juego, pero ya era más importante. Y después, no sé, cuando parten las entrevistas o cuando se hace el Encuentro Internacional (de Editoriales Cartoneras, cada año desde 2013), yo creo que ahí ya le empecé a tomar más seriedad al asunto.

4.    ¿Tienes alguna línea editorial definida?

Ninguna, solo mi guata, mis tripas, lo que yo quiero, lo que me gusta. Estoy clara que hoy día no publicaría títulos que publiqué al principio, o sea, en diez años mi gusto ha cambiado, pero tampoco se trata de descatalogar los libros ni nada, y los libros están ahí, disponibles en la página (www.olgacartonera.cl). Es mi guata, lo que a mí me gusta, lo que me llama la atención, lo que me mueve. No hay una línea definida, no hay una línea política, no hay una línea de publicar solo mujeres… no, para nada.

5.    ¿Por qué eliges el formato cartonero en vez del tradicional?

Antes del cartonero, yo no sabía que existía esa opción, para mí una editorial siempre había sido como formal, como en el formato tradicional. Cuando conocí el cartonero vi que había otras opciones, y de allí ya no me saldría… no me niego a la posibilidad, podría pasar del cartonero a algo artesanal como lo que hace la Liz (Elizabeth Gallegos), de Ediciones Liz, pero hacer algo más de prensa, más industrial, creo que no. Lo alternativo me llama la atención, me motiva. A pesar de que ahora formalicé la editorial, va a seguir siendo un juego, una cosa muy entretenida, que creo que lo tradicional no me lo da; creo, puede que me equivoque.

Las editoriales cartoneras nacen a partir de una crisis, como una respuesta desde la contracultura. ¿Crees que queda todavía ese espíritu entre las editoriales cartoneras actuales?

Absolutamente, no en todas, pero sí, hay editoriales cartoneras que… Como no hay un modelo único, yo siempre digo que -y lo dijo la Flavia en otras palabras-, pero en el fondo Eloísa no es como una franquicia que te diga “haga la cartonera así”, no, tú les vas a preguntar y Eloísa te dice “haga lo que quiera, si usted quiere hacer una cartonera, hágalo”. Al final tiene que ver con las personas que hacen las cartoneras, si son más o menos políticamente correctas o incorrectas y contestatarias o antisistémicas o lo que sea. 

¿Crees que se puede hablar de un “movimiento cartonero” o “generación cartonera”, entendido como un grupo literario específico?

Lo de Generación no me lo habían planteado nunca en las preguntas. Diego Mora habla de Generaciones Cartoneras y, según recuerdo, yo estaría como en la cuarta, y eso funciona, pero solo para contextualizarlas en periodo histórico, en ese caso me gusta más movimiento, como lo hablamos antes, desde que uno mueve cosas: se mueven las personas, se mueven los libros, en ese sentido de movilidad prefiero la palabra movimiento. También se ocupa fenómeno, pero a mí me ha parecido como extraño, como fenómeno extraterrestre, fenómeno paranormal y en ese caso prefiero movimiento, porque desde que se nos mueve la sangre, los ojos cuando hablo, hasta se mueve el lápiz cuando escribo, se mueve la aguja, pero en ese sentido, más que en una cosa de conglomerado, de que es un grupo, pero no es un grupo; o sea, es un grupo si nos meten a todas en el mismo saco, pero no nos pueden meter a todas en el mismo saco, entonces me gusta el movimiento por el tema de la fluidez.

Hay quienes ven las editoriales cartoneras como un formato literario “menor”, tanto por la factura como por la calidad de las obras, ¿qué responderías a esa crítica?

Cada uno puede criticar y es libre de criticar lo que quiera, porque para eso, como dicen los españoles, para gustos los colores… Yo no creo en lo de buena o mala literatura, creo en la literatura que me gusta y la que no me gusta, y quien se arroga el derecho a definir que algo es bueno o mejor que otro, bueno, felicidad por él, pero yo no lo pienso así. Claro que hay cartoneras que, a lo mejor, han consolidado un catálogo con el tiempo, o han logrado publicar autores que después se ganaron premios importantes, pero creo que además no somos competencia, ni las cartoneras, ni las independientes, ni Random House, pensando en las multinacionales; hay público para todo y si alguien menosprecia a la literatura o a las editoriales cartoneras, igual hay público que las va a leer, entonces, quien menosprecie a las cartoneras tendría que menospreciar al público que lee a las cartoneras y eso me parece pésimo.

Sobre el “no somos competencia”, cómo ha sido la experiencia de Olga Cartonera en la construcción de una comunidad en torno al quehacer cartonero.

Es que las cartoneras crean comunidad porque, aunque lo que une a las cartoneras es el cartón en las tapas de sus libros, además hay otro componente que es el trabajo colaborativo, que creo que lo tienen todas, o la mayoría de las editoriales cartoneras, y lo de generar comunidad se hace consciente o inconscientemente, algunas lo hacen consciente, otra inconsciente, creo que sale natural para las editoriales cartoneras, creo que tiene que ver, no con la editorial, tiene que ver con las personas que están detrás de los proyectos, así se construye finalmente la comunidad. Si yo me asocio no con todas las cartoneras, porque obviamente que no me llevo bien con todas las cartoneras, me asocio con las más afines a mi forma de pensar o las que están más cerca de donde yo vivo, o con las que puedo conversar, con las que no tengo barrera idiomática… Tiene que ver con las personas, y si esos proyectos confluyen, así se genera comunidad. Al final es dialogando.

Las jornadas cartoneras nacieron por la inquietud de otras personas que querían aprender a cartonear, y yo abrí las puertas de mi casa para que eso sucediera y lo sigo haciendo y lo seguiré haciendo porque me encanta, y de hecho ahora pedí ayuda por redes sociales para terminar de coser Alejandra.

¿Qué ha sido lo más desafiante en la historia de la editorial?

No mandar a la chucha a la gente cuando te dicen pesadeces, tener que justificar eso mismo que tú hablabas, de que hay gente que cuestiona el catálogo, es por personalidad mía, como yo soy políticamente correcta y no me comprometo con ninguna causa públicamente, mantener eso, la consecuencia de mi discurso, porque de repente me dan ganas de que se vayan todos a la punta del cerro, ese es como el mayor desafío, quedarme callada y decirme “tranquila”, porque lo que tú piensas es preponderante, pero de repente te sacan los choros del canasto y te dan ganas de mandar todo a la punta del cerro, eso ha sido lo más desafiante.

Una pregunta filosófica: qué es literatura para vos?

La oralidad, pero escrita. Es lo oral escrito. Iba a decir lo que me entretiene, pero literatura igual la gente lo aplica a la literatura técnica, pero ahí tiene el adjetivo de técnica, para mí podría ser recreacional o no científica, algo así.