ENTREVISTA CON FLAVIA KRAUSS, FUNDADORA DE CURUPIRA CARTONERA, BRASIL

Buenos Aires,  Septiembre 2022



1.    ¿Cómo nace la editorial

Esta editorial nace a partir de un ejercicio de traducción que hicimos en el aula de clase. En algún momento, para ser más específica, en el segundo semestre de 2017, propuse una actividad de traducción de dos títulos de Eloísa Cartonera, dos de los primeros títulos de su catálogo -Néstor vive, y Habrá que poner la luz- y yo no sabía bien qué iba a pasar porque nunca había trabajado con actividad de traducción… era un curso de escritura de lengua española y paralelamente trabajé con la autobiografía de los alumnos, porque son libros que cuentan la propia historia del yo lírico, tienen que ver con la narrativa de una historia, poner en escena una determinada historia de vida. Se engancharon tanto de esta actividad que las alumnas se organizaron y viajaron a Buenos Aires, a entregar la traducción a sus respectivos autores, y en esta ocasión conocieron tanto a Washington Cucurto, escritor de Néstor vive, como a Damián Ríos, escritor de Habrá que poner la luz. Ambos autorizaron la publicación, pero Curupira todavía no existía, entonces íbamos a publicar, pero no sabíamos dónde. Las alumnas dijeron “por qué no armamos nosotras una cartonera en Tangará da Serra”. Esto fue lo que pasó, pero pronto estas alumnas salieron del curso de Letras y, por lo tanto, también salieron del colectivo Curupira, de modo que fueron entrando otros alumnos y alumnas, y de hecho ahora tenemos algunos alumnos y alumnas que nos auxilian en determinadas actividades, pero no forman parte del cuerpo de Curupira, no están totalmente enganchados.

 

2.    ¿Quiénes conforman el equipo de la editorial?

El equipo somos el profesor Alexandre Mariotto Botton, que es un profesor de filosofía que con el pasar de los años se enganchó, sobre todo en la pandemia, que fue un momento en que todos nos metimos muy hacia adentro, y encontramos cosas que estaban guardadas ahí, y una de ellas fue esta cercanía con el profesor Alexandre, que empezó a tener muchas ideas, entre ellas la proposición de cartoneras indígenas en distintas comunidades indígenas, de modo que en este momento estamos el profesor Alexandre, yo y dos alumnas, Julie Rhaynara, que es fotógrafa, así que estuvo en algunos momentos con nosotras, para conocer el proceso y Vitória Lauane, que también estaba tomando conocimiento del proceso; pero el cuerpo fijo es profesor Alexandre y yo, que somos profesores, entonces no salimos de la universidad, al menos no con la misma frecuencia que las alumnas.

Yo no califico a Curupira como una editorial universitaria, sino como un proyecto literario vinculado a la universidad, porque siento que nuestro trabajo es más memorialístico que editorial.

 

-       ¿Qué diferencia ves entre lo memorialístico y lo editorial?

Siento que nuestra preocupación recae más en recolectar narrativas originarias, de pueblos indígenas, por ejemplo, el último proyecto que coordiné el primer semestre de este año, lo que hicimos fue colectar historias de vida de los fundadores de una cooperativa de reciclaje de Tangará da Serra. Era su aniversario de 15 años y nos buscaron a nosotros para contar la historia de la cooperativa. Lo que hicimos fue transcribir los testimonios de vida de estas personas, tratando de comprender cómo este testimonio de vida personal, singular, se cruzaba con la historia de esta cooperativa. Siento que nuestro trabajo es un poco anterior a lo de las editoriales, de hecho, pedimos apoyo a la universidad para imprimir los libros, porque tanto Julie como el profesor de periodismo hicieron lindas fotografías del ambiente, entonces no tenemos la calidad para imprimir dichas fotografías, y le pedimos a la editora universitaria para que nos imprima este libro (proyecto en marcha).

El que se presentó en la fiesta de aniversario de la cooperativa fueron 5 testimonios con algunas fotografías.


3.    ¿Tienen alguna línea editorial definida?

Siento que nos interesan los registros de la oralidad, y siento que nos interesan también otros lenguajes, por ejemplo, la fotografía, publicamos un libro llamado Poaia, que mezclaba poemas de un alumno con fotografías de otro alumno. La idea era ofrecer una plataforma para que los alumnos de la carrera de letras pudieran enseñar su vertiente artística, entonces siento que nuestra propuesta editorial va por el lado de la oralidad, de rescatar o transcribir o ofrecer… porque cuando se habla de narrativas originales de pueblos indígenas debemos entender que ellas forman parte de un ritual, y cuando transportamos dichas narrativas a un libro, todo el ritual se pierde, entonces, nos interesa pensar cuáles son las ganancias y las pérdidas de lo que estamos haciendo. A partir de este proyecto, por ej, el profesor Alexandre ya se dio cuenta de que hay narrativas que aparecieron en la oralidad, pero él encontró algunas transcritas por un determinado cura en los 70, y la de los 70 era mucho más compleja, más llena de detalles; bueno, y de los 70 a los años XX del siglo XXI son 50 años, entonces pensamos que también podemos guardar, con esta transcripción, del ahora, detalles para la posteridad. Perdemos cosas al transformar esta narrativa oral en un libro, pero también estamos protegiendo algo que es importante.

 

4.    ¿Por qué eligen el formato cartonero en vez del tradicional?

Hay elecciones en la vida que uno se siente más la elegida que la electora. Me interesó primeramente, teóricamente por la literatura cartonera, entonces estudio oficialmente la literatura cartonera desde 2012, diez años, y este año empecé a hacer mi tesis de doctorado, pero antes de eso ya me impresionaba, me llamaba la atención y me enamoraba el formato cartonero, porque parecía una idea muy simple y a la vez muy potente: agarrar un material que tenemos a la mano y coser un libro, es como un cambio de chip, mira, todos podemos hacer un libro, y como soy profesora desde los 2000, me pareció una idea muy provechosa para que la trabajáramos en el interior del aula, primero como formato, pero en aquel momento yo no me daba cuenta de todo lo que estaba propuesto por este formato. De hecho yo nunca propuse a Curupira, las alumnas propusieron y me dejaron con este trabajo. Alrededor de este trabajo gira mi propuesta de enseñanza, de extensión, porque también estamos siempre trabajando con la comunidad, la cooperativa de reciclaje es un ámbito que está fuera de la universidad, las comunidades indígenas también, y también mis propuestas de investigación, entonces, siento que fue un lindo regalo que me dejaron las alumnas y que también les sirve a otras alumnas, en caso de que les interese.

 

5.    Las editoriales cartoneras nacen a partir de una crisis, como una respuesta desde la contracultura. ¿Creen que queda todavía ese espíritu entre las editoriales cartoneras actuales?

Sí. Más allá de la crisis generalizada que compartimos como latinoamericanos, una crisis que es social y económica, siento que el hacer cartonero también puede ser leído como una respuesta a las crisis subjetivas de cada uno, es un modo de salir adelante… En algún momento la poeta Carmen Mantilla, creo que hace dos años, en un Encuentro de EC, ella hizo una linda interpretación, que ella sentía que el hacer cartonero podía ser entendido como una terapia societal, que rescataba modos de vínculos antiguos, que no eran nuevos pero que ya estaban olvidados.

¿Qué es una crisis? Que el imaginario que hago de mí misma, como Flavia o como sociedad, ya no funciona, ya no cuadra con la realidad, entonces no sé muy bien qué pensar de esta sociedad, qué pensar de esta persona… Entonces el hacer cartonero surge desde una memoria muy antigua, de modos de producción, de modos de comercio, de modos de relacionarse con el otro, entonces sí pienso que este es el espíritu que sigue vigente en el interior de las editoriales cartoneras y en el modo de relacionamiento que existe entre las distintas cartoneras, porque es evidente que hay disenso entre las cartoneras, no todas están acorde a los principios abogados por una y por otra, pero me parece que no existe competencia mercadológica porque trabajan desde otro prisma, están más cercanas a comadres que se acercan para tomar el té que concurrentes así como “compren el libro cartonero mío y no el de OC” porque estamos acá por otro motivo, no para vender.

 

6.    ¿Crees que se puede hablar de un “movimiento cartonero” o “generación cartonera”, entendido como un grupo literario específico?

La palabra movimiento cartonero es una palabra bastante utilizada en el interior de las EC. Me acuerdo ahora de Marcelo Barbosa, de Candeeiro Cartonera, diciendo “preferimos la palabra movimiento a la palabra fenómeno

cartonero”, por ejemplo. Y hay también investigadores que prefieren utilizar la palabra universo cartonero. Me parece que fenómeno, movimiento y universo cartonero tienen distintos grados de pertenencia en el mundo. Me parece que fenómeno es algo que se esfumó y no va a volver a aparecer, pensando en las generaciones literarias, estamos este año festejando los cien años de la semana de arte moderno en Brasil, por ejemplo, no? Existió ahí un arte moderno, y se fue, podemos pensar como un fenómeno. Movimiento, Marcelo prefería porque tiene que ver con el movimiento propiamente dicho, con estar en acción, creo que es muy representativo de lo que pasa en los distintos colectivos cartoneros y en universo cartonero nos apunta a la existencia de un mundo cartonero, sería como una grieta en la realidad. Yo tiendo a creer que no estamos delante de una generación cartonera, sí que estamos delante de otro modo de habitar este mundo, otro modo de habitar la literatura, que tiene otras propuestas, otras valoraciones estéticas y, a lo mejor, otra concepción de lo que sea literatura. 

 

7.    Hay quienes ven las EC como un formato literario “menor”, tanto por la factura como por la calidad de las obras, ¿qué responderías a esa crítica?

Hay un texto de Deleuze y Guattari que se llama Por una literatura menor, y él va a decir que una literatura menor es la literatura que reúne las condiciones de una literatura revolucionaria, y yo pienso que sí, la literatura cartonera es una literatura menor porque reúne las condiciones necesarias para una literatura revolucionaria, entonces me parece que sí estamos ante una literatura menor, pero no en un sentido peyorativo, sino como en el ápice de un sistema positivado de valor; es una literatura menor, pero viéndolo como algo positivo.

 

-       La experiencia de la literatura en la comunidad

Si lo pensamos a partir del código escrito, escribir es solitario, pero debemos rememorar y pensar que existe literatura antes de existir la escritura. Si vamos a Homero, él estaba ahí tres días recitando La Ilíada, recitándola colectivamente, era un acto de reunión, un acto de cohesión popular, no había nada de solitario en esto. Hay un texto de Benjamin, El narrador (que está la propuesta de llamarlo  El contador de historias) y él va a decir que el narrador es aquel que, a partir de su experiencia de mundo, tiene autoridad para ofrecer un consejo sobre cómo la historia puede ser narrada, entonces él va a decir que el narrador tiene dos linajes posibles: uno es de aquel que viaja mucho, entonces conoce muchas historias y puede traer a su pueblo historias de otros lugares; y el narrador sedentario, que es este que conoce mucho de su propio pueblo y puede transmitir esta experiencia vía oralidad. Entonces Benjamin va a decir que los grandes narradores son los que tanto o más cerca a la narrativa oral, más grande va a ser este narrador, entonces yo creo que en muchos sentidos la literatura cartonera retoma este arte de la oralidad. Benjamin en este texto también va a decir que la narrativa entra en declive cuando se extinguen los trabajos manuales, y las EC sabemos que justamente rescatan el quehacer manual, el trabajo en el taller, el trabajo lado a lado, y rescatan esto no solo en el formato sino que esto se interpenetra con lo que viene dentro del libro, con la concepción de qué es la literatura y qué queremos con esta literatura. Entonces la literatura, el escribir, es algo solitario si lo pensamos desde la invención de la imprenta, por ejemplo, del escribir muy vinculado al mundo de la escritura, del romance, que se aparta totalmente de lo que ocurre afuera, y el hacer de la literatura cartonera justamente rescata lo que ocurre ahí otro hacer literario.

 

8.    ¿Qué ha sido lo más desafiante en la historia de la editorial?

No ha sido tranquilo y hermoso porque la vida no es tranquila y hermosa. Siento que Curupira sí es un lugar de tranquilidad y no solamente tranquilidad y armonía porque tenemos discusiones y disensos internos, pero es este lugar donde una va a trabajar y vuelve mejor de este trabajo de lo que entró en él. Es un lugar de regeneración subjetiva, si tenemos dificultades dejamos de trabajar un día y no pasa nada, porque estamos ahí para pasarla bien, si no lo estamos pasando bien mejor no ir a trabajar ese día. Siento que Curupira no me pone dificultades. Hay mucho trabajo, es muy agotador algunos días y en algunas épocas del año, pero como editorial estamos haciendo lo que nos gusta, de modo que las dificultades las sorteamos y no representan una gran cantidad al hacer el balance.

 

9.    Una pregunta filosófica: ¿qué es literatura?

Es lo que nos humaniza, siento que nacemos como animales y si no fuera por la literatura, por las narrativas que nos subjetivizan, que nos confieren estatuto de ser humano y nos ponen la vida en comunidad, seríamos como los mamíferos superiores. La literatura es lo que nos distingue de los monos, lo que nos transforma en seres humanos. Me parece super importante pensar en esto, porque durante muchos años de mi formación yo entendí la literatura como perfumería, como algo que no fuera necesario, que no tiene que ver con un plato de comida, con necesidades primordiales del ser humano, y hoy entiendo que sí, que no hay nada más primordial que la literatura, porque sin ella, bueno, los monos también necesitan comer… Sin ella no somos seres humanos.