ENTREVISTA CON MARÍA GÓMEZ, EDITORA DE ELOÍSA CARTONERA

Por Flavia Krauss y Victoria Ramírez Llera. Buenos Aires, septiembre 2022



1)    Cuéntanos: ¿cómo conociste a la editorial?

Yo conocí Eloísa Cartonera (EC), primero conocí sus libros, porque tenía unos amigos que, yo estudiaba en la universidad Comunicación Social y tenía unos amigos, otro amigo, Javier, que era también compañero mío de la universidad y tenía otro amigo, Santiago, que estábamos siempre juntos y bueno, ellos me presentaron los libros cartoneros por primera vez cuando salieron… Porque Santiago también conocía a Cucurto, trabajaban en el mismo supermercado. Santiago tenía el libro y yo ahí… Y bueno, después, en el 2004, en la facultad teníamos que hacer un trabajo de campo en una organización y yo propuse Eloísa Cartonera porque conocía el proyecto, me gustaba, me parecía interesante, mis compañeros lo conocían también el proyecto, fuimos un día y ahí nos presentamos, les dijimos que queríamos hacer un trabajo de campo sobre comunicación interna y externa, y bueno, dijeron que sí, EC siempre es un lugar muy abierto, siempre toda la gente viene, hacemos cosas, y bueno hicimos el trabajo, yo con dos compañeras más de la universidad (Magalí y…) Empezamos a ir y estuvimos trabajando seis meses, llegamos en junio de 2004 y el trabajo terminó a fin de año, así que estuvimos todo el tiempo ahí. íbamos todas las tardes, ayudábamos, me acuerdo que hacíamos reuniones de comunicación, cosas así, también los acompañábamos a alguna feria, pintábamos alguna tapa… Después terminó el trabajo práctico y yo ya me había comprometido mucho más que mis compañeras, iba siempre, la facultad me quedaba de camino, entonces pasaba siempre por Eloísa y después a la facultad, después empecé a no ir (risas). Cuando ya me enganché al siguiente año, jamás me fui, me quedé formando parte del grupo. Yo nací en Pergamino, en esa época yo tenía 22 o 23 años y todavía iba a Pergamino, iba más seguido, y en las vacaciones me iba un mes, acá en Bs As no tenía nada que hacer… allá estaban mis amigas, mi familia, así que me fui ese verano y ya cuando volví, me quedé trabajando, a formar parte de la editorial, después abandoné la universidad, después la retomé, después la terminé (...)

 

2)    ¿Es en este momento que tu historia se encuentra y se entremezcla con la de Eloísa?

Sí, el primer día que entré yo dije “guau”, además era relindo: había un montón de gente, había mucha buena onda y era una época muy especial acá en Argentina, era toda una época de las fábricas recuperadas, toda una época de mucha movilización, toda la época del latinoamericanismo, estaba Néstor, estaba Lula, estaba Chávez, todo ese fervor que hubo en esa época. Y acá en Bs. As. se daba que había mucha cosa en la calle, mucha gente en asambleas, todos estábamos reunidos en un grupo o en más de un grupo… era un momento de crisis, pero que se dio con mucha creatividad social. También creo que, conjuntamente, hubo un montón de cambios tecnológicos que ahora podemos ver que iban comenzando a darse, cambios tecnológicos, me refiero, a nivel general, en el pensamiento también, no solo los celulares y el mail… para nosotros el mail fue re importante, siempre pudimos hacer todo por mail. Pero también después empezaron a surgir un montón de editoriales, un poquito más adelante, más tipo 2010, también por la época, la tecnología, los cambios tecnológicos, la posibilidad de hacer impresiones bajo demanda, todo eso como que fue cambiando.

La Universidad no me terminaba mucho de incluir, porque nunca fui como investigadora, siempre me refugié en la universidad pero no logré formar un grupo. Cuando llegué a EC estaba con un montón de gente con la que me sentía cómoda y formé parte. 

- ¿Qué te cautivó más de Eloísa

Me parecía increíble cómo las cosas en EC eran con una libertad muy especial, que yo no había conocido, no tenía esa idea de la libertad ni del hacer cosas. Yo nací en una ciudad muy chiquita, en esa época no había universidades (ahora sí hay) ni nada, entonces todo el mundo o se iba o se ponía a trabajar, y era un lugar chico, con muy poca diversidad, pocas cosas, poca oferta cultural, sin librerías… entonces yo también fui a una escuela malísima. Después fue a la universidad (UBA), donde todo era muy con reglas, con una dirección, en cambio en EC era todo lo contrario, las reglas estaban para cambiarse, para romperse, para hacer lo que uno quisiera y para mí eso tuvo un impacto. Mis compañeros eran poetas o artistas o cartoneros o psicólogos o desocupados o universitarios, una bolsa de gente toda diversa, y sin embargo nos reuníamos ahí y nos pasábamos la tarde. Tomábamos mate, hacíamos libros, charlábamos de poesía, escuchábamos cumbia, venía la gente… Me acuerdo que las chicas de Animita Cartonera vinieron en esa época, cuando estábamos todavía en el primer local, en Guardia Vieja, y vinieron, no sé, un fin de semana y estuvieron todos los días con nosotros aprendiendo, querían saber todo, preguntaron todo, eran re copadas y fue re divertido, tomábamos cerveza, estábamos ahí escuchando cumbias… El 24 de marzo íbamos a la plaza de mayo, y éramos como cinco y llegábamos con 300 libros, con caballete, tablas, todo en colectivo (risas). Hacíamos todo con una alegría, era una aventura, era delirante… era un lugar que estaba abierto, íbamos cayendo, se iban yendo… muy especial.

 

3)    María, en algunos testimonios, hemos leído que fuiste vos la que propusiste el formato cooperativo para Eloísa. ¿Podrías contarnos un poco sobre este proceso?

Yo siempre, como venía de la facultad, tenía como toda la onda del cooperativismo, era el pensamiento del momento, yo era medio de izquierda y estaban todas estas cooperativas que se estaban formando, mis compañeros en la universidad también estaban trabajando en colectivos semejantes, desde distintos lugares que estaban sucediendo las mismas cosas al mismo tiempo, algunos en metalúrgicas, o una textil, nosotros no éramos recuperada, pero era el tema de la época, del campo popular y yo siempre decía “no, hay que cooperativizarse”, la cartonera no ganaba nada de plata, y para vender más tenía como una teoría que había aprendido en la facultad, en una materia que era comunicación comunitaria y había toda una bibliografía que era para ayudar a las organizaciones, yo venía con todo ese chamuyo (risas). Eloísa siempre había funcionado como una cooperativa en el sentido de consenso, de conversarlo todo, todo lo hablábamos y lo decidíamos, siempre era así, pero decíamos que había que hablar ciertas cosas, cooperativizarse iba a permitir abrir otras puertas, pero no estaba preparado el grupo para eso porque una cooperativa requiere responsabilidades, no solo beneficios, hay una serie de cosas que tenés que hacer y para eso tenés que estar dispuesto. Cuando llegó 2008 nos pasó eso, que habíamos formado un grupo y no teníamos un peso, no ganábamos un mango y decidimos, porque pasaba esto, se había armado como una división entre las chicas: la Osa, Amelia, Celeste, que solo hacían trabajo de taller, y luego yo, Cucurto, Alejandro, que hacíamos el trabajo de llevar los libros, hablar con las librerías, que en ese momento era mucho más que ahora. Nosotros decíamos “no puede ser, ustedes también tienen que mandar los mails, yo también tengo que pintar una tapa…” había una pugna de trabajo, queríamos que las chicas aprendieran a diseñar, a mandar los mails, y las que ganaban eran las chicas, y nosotros no ganábamos, entonces pensamos “está mal, que yo haga el trabajo intelectual y no cobro”... entonces queríamos romper eso, y dijimos “si nos hacemos cooperativa somos todos iguales y la ganancia que entra la dividimos entre todos”. Nuestro propósito no era tanto el dinero, era realmente muy poco lo que ganábamos, pero fue muy loco porque cuando lo dividimos, ellas dividían primero entre tres, y ahora entre seis, era mucho menos, pero nadie se enojó ni nada, simplemente entendimos otras cosas de la organización, que parte de ser iguales, no importa que sea poco o mucho, eso igual te exige una responsabilidad. Creíamos mucho en eso, le poníamos mucho esfuerzo, nos quedábamos hasta las tres de la mañana imprimiendo… Mucha juventud también.

 

4)    ¿Quiénes conforman el equipo de la editorial en la actualidad, casi 20 años después de su fundación?

Ahora está Cucu, que no viene tanto pero siempre está conectado, Javier, después Luisina, que es la diseñadora, que no viene acá pero trabaja remoto.

Cucu pinta tapas en su taller, Ale también pinta en casa. Lo que nos pasa es que no ganamos un sueldo, entonces no podemos garantizar… yo no tengo trabajo ahora, entonces acá es mi oficina, me encargo de las cosas que hay que administrar diario, otras las delego. Yo pongo el cuerpo, digamos. En otro momento el que hacía lo mismo que yo era Alejandro y la Osa.

 A mí me gusta eso de EC, que es un espacio que todavía nos seguimos sosteniendo, y que siempre fue muy cuidado, es un lugar que nos excede a todos y todas, por ahí la vida te pone en un lugar en que a veces estás más, a veces estás menos, pero la carto como que siempre está a veces ella te banca a vos, otras vos la bancás a ella. Siempre un lugar de mucha libertad y eso a mí me conmovió y me sigue conmoviendo. Para mí también es un lugar muy especial porque es una forma de vida, nunca me fui, me quedo acá.

 

5)    Las EC nacen a partir de una crisis, como una respuesta desde la contracultura. ¿Creen que queda todavía ese espíritu entre las EC actuales?

Sí, analizándolo ahora, veinte años después, de alguna manera es una respuesta, pero no pensado desde ese lugar, para nada, está pensado desde la poesía. EC nunca fue y nunca estuvo pensado como algo que sea una respuesta, una reacción o algo en contra de. Siempre Eloísa fue a favor, no del sistema capitalista, por supuesto, pero nunca se planteó como decir “nosotros venimos acá a demostrar…” nada, más bien el gesto era “por qué no lo podemos hacer”. “Queremos hacer una editorial”, “no se puede”, “por qué no se puede”, “porque no tenés plata”, “bueno, entonces lo hago de otra forma”. Ahí aparece una idea, aparece una inspiración, aparece un momento, el contexto del cartón, pero pensado desde la poesía, fue algo más poético. Cucurto y Barilaro querían hacer una editorial de poesía latinoamericana, era una época, no como ahora, que hay cientos de editoriales independientes, había muchas menos, después estaban las editoriales grandes y después las editoriales de poetas, una que otra. EC lo que hizo fue editar una poesía que no estaba publicada en ese tiempo, un catálogo de autores latinoamericanos muy buenos, todos buenos en su país, publicados en España y acá no estaban. EC pone eso en circulación, y también, es imposible hacer un libro si uno tiene que ir a la editorial y pagar el papel, en esa época el dólar era un despelote y el papel carísimo… entonces tiene algo de hacerlo vos mismo, y mucho de poético, de político, de asumir la distorsión, asimilarla y devolverla multiplicada, ese es el espíritu de EC: si no se puede lo hacemos igual. Había un diseñador, Cucurto tenía mucho conocimiento de la poesía. Y entonces había un libro que Cucurto trajo de la Casa de la Poesía, un libro de Juan Gelman, que sacó con tapas de cartón, de la era del 70, entonces le dijo a Javier: “bueno, podemos hacer un libro con tapas de cartón” y Barilaro que era diseñador gráfico ideó la forma, agarró un cartón, cortamos… pero bueno, sí, tiene también esto, no está pensado, pero efectivamente lo es, no es una cosa de probandera sino que es una acción. Me acuerdo que la editorial Yerba Mala de Bolivia mandó un mail diciendo que pedía “permiso y acreditación”... y nosotros les dijimos “no, obvio que lo puedes hacer” y nos empezaba a aparecer eso. El cartón era un significante fuerte también en esa época, vos pasabas por la calle y había diez carros cartoneros por cualquier lado donde anduvieras, era una cosa que pasaban los camiones por la calle Bulnes (donde había un depósito)... entonces hacer el libro con tapas de cartón era también algo potente, el cartón era lo último que nos quedaba del resto de la sociedad de consumo, se devolvía con un valor cultural, con un libro, poesía.

 

- Ustedes parten comprando el cartón, ahí también hay un gesto...

Y se lo comprábamos mucho más caro. El cartonero venía y le comprábamos un bolsón entero de cartón, lleno, y se lo pagábamos, no sé, tres veces más, las cartonerías les pagaban muy poco, y nosotros les pagábamos más, bueno, tampoco es que les salvábamos la vida, pero era lo que podíamos hacer, incluso siempre los invitábamos a venir a la Carto… Igual ellos decían que ganaban más cartoneando. Pero así, cartoneando también, cuando nos mudamos a La Boca, en un momento no teníamos un mango (el proyecto lo sostenemos con el trabajo, pero no ganamos un sueldo ni nada) y no teníamos para pagar el alquiler, en esa época estábamos re mal, yo tenía un trabajo en una fotocopiadora en la universidad, Cucurto trabajaba en un supermercado, después estaban Celeste y Carolina, que eran las únicas que cobraban, y no podíamos pagar el alquiler, entonces nos mudamos a Florencio Varela, que es provincia, que era la casa de Celeste y Carolina, las hermanas Portillo. Entonces mudamos la imprenta, la mesa, todo a Florencio Varela, a la casa de las chicas, a dos horas. Ahí estuvimos trabajando, haciendo pedidos y sobreviviendo como medio año y después conseguimos un local en La Boca. Ahí conocimos a Alejandro y a La Osa, Alejandro que venía desde Chile, vivía por ahí, conoció a EC y venía siempre a visitar; y la Osa que pasaba siempre y nosotros le comprábamos cartón. Y la Osa que es divina y te charla, siempre conversábamos y siempre preguntaba porque le llamaba mucho la atención lo que hacíamos, no podía creer que hacíamos libros, le gustaba mucho pintar y le decíamos que venga a trabajar con nosotros, y la Osa decía “no, yo cartoneando gano más”  y así, tanto tanto, que un día se convenció y se quedó, cartoneaba y trabajaba. Y después en 2008 nos hicimos cooperativa, en esa instancia, cuando ya la cartonera se le había ido, ya como que nos habíamos pasado del bando del arte más al bando del trabajo, como que al principio había más artistas, una cosa más artística y muy de época. cuando nos mudamos a La Boca, cuando nos cooperativismos sobre todo, eso nos ayudó a trabajar con más seriedad, conseguimos unas máquinas, papel y empezamos a vender mucho, en ferias, librerías, así estuvimos varios años, después nos mudamos al otro local de La Boca.

6)    ¿Crees que se puede hablar de un “movimiento cartonero” o “generación cartonera”, entendido como un grupo literario específico?

Sí, eso siempre aparece, hablábamos de eso en su momento. Movimiento… como más algo, un virus también puede ser, se extiende como sea.

Me parece también que otras (hay tantas que no las conozco todas) (y muestra catálogos de otras EC)

En EC se publicaba toda esa literatura latinoamericana, esta poesía que no había; después había también un montón de escritores jóvenes, EC tenía un catálogo que, además de ser novedad por el cartón y lo manual, tenía un catálogo.

Las EC permitieron editar otras cosas, distintos funcionamientos, cada sociedad tiene sus propios pruritos, sus propias lógicas y el libro cartonero aparece cuando no hay un lugar, el libro cartonero es una puerta, un lugar de libertad, entonces lo podés hacer, es eso, es como un dispositivo de libertad. No tenés que llevar nada, en cualquier lugar podés doblar una hoja en medio y pegarla en cartón, lo más básico y rudimentario, casi de guerrilla, no, lo que pasa es que bueno, ahora esas buenas ideas quedaron viejas, pero sí.

 

- ¿Qué nos puedes decir sobre su línea editorial?

Lo más grueso del catálogo ya está hecho, el catálogo de EC es ya un catálogo histórico y eso está siempre disponible. Después siempre vamos sumando libros nuevos, por distintos motivos siempre llega un libro u otro… Ahora vamos a sacar uno de Javier, en realidad cuatro, son una serie de libros ilustrados. Lo decidimos nosotros, no tenemos muchos conflictos con decidir qué publicar, tenemos gustos parecidos.


7)    Hay quienes ven las EC como un formato literario “menor”, tanto por la factura como por la calidad de las obras, ¿qué responderías a esa crítica?

Me parece que es una cosa moral eso de menor o mayor. Pero la literatura no es menor: publicamos a Enrique Lihn, a Pedro Lemebel, a Gonzalo Millán… Eso no estaba publicado. Me han dicho “todos los libros de literatura latinoamericana que tengo son de EC”.

Yo no creo en la buena o mala literatura. Publicamos lo que nos gusta y por ahí a otros no les gusta, pero no creo en una idea del bien y el mal. Y la factura, sí, es menor, o es precaria, en el buen sentido, de la precariedad general, porque es algo muy sencillo, manual, pero no menor, no me parece que ese sea un calificativo. Es un libro que está fuera del circuito editorial, no se consigue en librerías (solo en algunas), lo podés comprar por internet, lo podés leer, todo, pero bueno, está hecho a mano, no tiene la calidad de un libro industrial. Yo en mi biblioteca tengo libros cartoneros y no cartoneros; y me alegro cuando encuentro un libro que quiero leer y es cartonero y solo ahí está. Y es un circuito pequeño, minoritario, un libro, dos, diez o veinte que recorren el mundo.

 

8)    Una pregunta filosófica: ¿qué es literatura para vos?

Ay, no eso no lo sé… No creo en la buena o la mala literatura porque últimamente veo mucha gente en redes que se queja todo el tiempo de lo que escriben los poetas jóvenes y están diciendo “no, lo que escriben ahora…” siempre estuvo esa cosa de la calidad y a mí me parece una discusión estúpida, si vos escribís, leés y disfrutás lo que leeés y escribís, ¿qué te molesta lo que hace el otro?

La literatura para mí está buena cuando parte de una experiencia y ya no importa tanto este juicio moral o de la calidad, si no si vos podés atravesar como lector esa experiencia… me parece que me interesa más cuando la literatura se convierte en una experiencia que en un juicio, en algo más abierto, donde vos también pongas algo, ya sea un libro de cartón o un best seller.