La Tesis, Cap. IV


IV

Han pasado algunos meses  y el trabajo de Alfonso y Gustavo parece ir viento en popa. Han consultado cientos de textos entre libros, apuntes y documentos para forjar un marco teórico previo a las entrevistas definidas. El proyecto de tesis es prometedor, ambos investigadores se complementan bien trabajando y cada momento compartido tiene un sabor especial. Para Alfonso, las tardes de tesis son un remanso en la vorágine cotidiana, pues aunque sigue trabajando, se encuentra con un tema –y una compañía- que lo motiva y seduce.

La tesis comenzaba a tomar forma, con al menos 20 carillas escritas, la tarde en que Gustavo invitó a Alfonso a seguir trabajando en su departamento. Al principio, el profesor se sorprendió, pero luego pensó que sería más productivo dejar su fría oficina en la facultad y avanzar en casa. Así que ambos hombres tomaron sus cosas y partieron rumbo al metro. Al salir de la estación de destino, compraron una botella de vino para amenizar la jornada.

El departamento de Gustavo era pequeño, algo desordenado y muy acogedor. Le explicó que vivía con dos compañeros que ahora se encontraban en un congreso de medicina, fuera de la ciudad. Alfonso sonrió, dejó el bolso sobre una silla e instaló el notebook sobre una mesita de centro e interrogó a Gustavo con la mirada. Éste reaccionó.

- Hasta ahora tenemos claro que muchas mujeres constituyeron una férrea resistencia al régimen de Pinochet. Fueron sujeto activo en la exigencia del regreso de la democracia. Pero eso, profesor, no me parece lo suficientemente poderoso como para escribir una tesis per sé. Necesitamos encontrar algo más, algo revelador, algo que sea titular de noticias y motivo de asombro.

- Gustavo, necesitaba este tiempo para conocerte, para medir tus capacidades y saber qué tanto puedo confiar en ti. Lo que yo quiero investigar es algo concreto, revelador y quizás tremendo, algo de lo que poco se sabe, tan poco que en este tiempo, no hemos encontrado una sola referencia. Pero tengo datos fehacientes que indican que durante la década del 70, en pleno apogeo del pinochetismo, un insólito movimiento tomó forma frente a su propia nariz. Y él, que no dejaba que una hoja se moviera sin saberlo, ni se percató. Quizás porque nadie entonces tomaba demasiado en serio lo que las mujeres pudieran decir. Y si estas mujeres pertenecían al círculo más elevado de la junta, mucho menos…

- ¡Perdón! ¿Me estás hablando de una suerte de conspiración en CEMA Chile o algo por el estilo? No estoy entendiendo…

Y Afonso le contó, entonces, como en ciertos círculos intelectuales se comentaba que durante el tiempo de la dictadura, muchas esposas de oficiales y cercanos al gobierno militar habían experimentado un sentimiento de rechazo a las decisiones que se estaban tomando y a los horrores que se cernían sobre el país, de modo que tácitamente primero y organizadamente después, habrían formado una agrupación clandestina, adoptando el rol de espías para la oposición. Sin embargo, no había datos exactos sobre las identidades de estas mujeres, muchas de las cuales todavía estarían vivas. Por supuesto, el gran objetivo de Alfonso era confirmar de labios de alguna de ellas la veracidad de esta tesis. Ése era su gran proyecto, con el que pretendía destacar entre los docentes dedicados a la investigación histórica.

El alumno, entusiasmado, abrió la botella de vino, sirvió dos copas y propuso un brindis “por la futura mejor tesis de toda la universidad”. Las copas chocaron, los dos hombres sonrieron y, acto seguido, la luz se apagó. Ya había sido suficiente trabajo para ese día.