La Tesis, cap III


III

Cuánto cansancio y cuánto qué hacer. Qué cortos y tediosos son los domingos. Que agotadora es Mariela cuando empieza con sus cosas. ¿Qué pretende?, ¿quiere verme hecho un profesorcillo mediocre? No voy a caer en su juego. No es mi culpa que ella casi no tenga aspiraciones.

Pensar que hace dos años me entusiasmaba tanto la vida con ella. La recuerdo linda, divertida, simpática y refrescante. Era agradable verla por las tardes, tomarnos un trago, fumarnos un porro y hacer el amor hasta el amanecer. Que absurdo, que idiota es el miedo a quedarse viejo y solo. Al final terminé acompañado pero jodido y de paso, la jodí a ella.

¿Dejarla en libertad de acción? No es necesario, ¡la tiene y lo sabe!  Sería mucho más simple si jodiera menos y lleváramos la fiesta en paz. ¿Qué le importa si me voy a trabajar el sábado? Si de todas maneras su panorama es peluquería, spa o mall, cosas que puede hacer mucho más tranquila sin mí. Con sus amigas, claro. A mí que no me moleste, ¿es demasiado pedir?

Que raro es cuando el amor se hace costumbre y la costumbre, tedio. Yo amé a Mariela, mucho. La amé porque fue la única que apostó por mí, por la confianza ciega y la compañía incondicional. Si he tenido un pilar sólido en los últimos años, ése fue Mariela. Ni mi vieja, cuando se separó de mi viejo y se vino conmigo a Santiago fue tan fundamental. Aunque claro, cuando se es adolescente estás en otra parada, pero aún así… El punto es que Mariela me devolvió la seguridad y el entusiasmo, pero creo que las decisiones que debí tomar por amor, las tomé por gratitud.

Ahora, a un año de vivir juntos, pareciera que Mariela consume todo mi oxígeno, mi espacio vital. Qué manera de irritarme con sus requerimientos, con sus reclamos, sus recriminaciones. Que trabajo demasiado, que no soy tierno como antes, que ella es la única que se la juega por nuestro proyecto en común. ¿Nuestro proyecto, Mariela? No, no es nuestro, porque yo no pretendo formar una familia feliz, con dos hijitos, un columpio y desayuno en la cama cada sábado. Al menos no en mucho, mucho tiempo. Hay otras grandes cosas que me esperan Mariela, y si no quieres compartirlas, ya sabes, estás en libertad de acción…