Mujer grabada en piedra por soldados durante la Guerra Civil Española.
Cada vivencia
cada amanecer y cada ocaso
han impregnado el eco de sus eternidades
en el cálido hueco donde antes
se acurrucaba un corazón sin cicatrices.
Amarguras, cansancios, duelos, satisfacciones
le dieron consistencia, peso y fuerza
al correr de la sangre
al palpitar agónico e inerte
a las tristes entrañas
hasta ayer resignadas y cíclicas
pero hoy sopló el viento
asomó el sol
y la vida inundó, implacable
piel y huesos
y la quiso cantar con poesía
poniendo un alto al resplandor artificial
de las promesas en retirada
y hubo que aprender
a caminar de nuevo con la vida en los hombros,
con el presente de la mano
y con el alma en los bolsillos.
Desprovista de futuro,
huérfana de ilusiones,
carente de respuestas,
descansé
desnuda y herida
en un pliegue raído de la noche.