Así como el odio encendió el instinto
Y pasó como ráfaga por la debilidad
Una chispa rugió entre los gritos de una madrugada
Orquestando los albores de una agonía colectiva
La noche enrojecida
Por relámpagos irrumpiendo una intimidad forzada
Entibiando, calentando, enardeciendo
A intramuros
El infierno fundaba una ciudad
Locuaz, voraz, impune
Cercando los vestigios de una triste libertad
Consumiendo esperanzas, devorando dignidades
Forjando sinsabores, renovando resentimientos
Un mar de llamas
Un festín de muerte
Matas a hierro, ¿mueres a fuego?
Ceniza, miedo, histeria
Despertando quemantes preguntas
Sobre los muertos de viejas equivocaciones.